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domingo, 1 de septiembre de 2013

La oveja perdida (Lucas 15:3-7)

Jesús también contó el relato de un hombre que tenía cien ovejas. Cuando fue a ver si todas estaban allí, el hombre se dio cuenta que faltaba una. Entonces, dejó a las noventa y nueve en el desierto, y salió en busca de la que había desaparecido.
Cuando la encontró la puso sobre los hombros, como hacían los pastores, y regresó feliz a la casa.
Una vez que llegó, llamó a los amigos y vecinos e hizo una fiesta para conmemorar. Jesús quería enseñar que todo el Cielo se pone feliz cuando alguien que se alejó de Dios, vuelve a él.

Reflexión:
Esta parábola, nos deja una gran enseñanza del gran amor que Jesús nos tiene. Como verdaderos hijos, debemos estar felices y orgullosos de tener un padre quién a través de su palabra nos acerca a él y cuida de cada uno de nosotros.  Jesús ama a nosotros sus hijos por eso murió en la cruz por nuestros pecados, nosotros somos la oveja perdida que muchas veces se desvía del camino del bien por senderos oscuros que nos llevan a la soledad y sufrimiento, Jesús enviado de Dios está para cuidarnos, guiarnos y perdonarnos, y cuando ello sucede y nos arrepentimos de corazón de nuestros pecados, hay alegría y paz en el Cielo por nuestra vida.


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