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miércoles, 28 de agosto de 2013

El Hijo Prodigo

La parábola del hijo pródigo, o el hijo perdido, es una de las parábolas mas conocida de Jesús. La puedes encontrar en el evangelio de Lucas 15:11-32.
La parábola del hijo pródigo dice así:
Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos vino a su padre y le dijo que quería su herencia para disfrutar antes de que su padre muriera. El padre estuvo de acuerdo y dividió sus riquezas entre los dos hijos. El hijo menor tomo su mitad y se fue de la casa. Pronto gasto todos sus bienes en una vida desenfrenada. Se vio sin nada así que el joven buscó trabajo cuidando cerdos en un campo. Tenía tanta hambre que deseo comer de la comida que les daban a los cerdos. Fue en ese punto, uno bastante bajo para el, que pensó: "En la casa de mi padre, aun los sirvientes tienen que comer. ¡Aquí estoy yo sucio y envuelto con los cerdos!" En ese instante decidió regresar a su casa con la esperanza de que su padre no lo negara y lo aceptara por lo menos como un sirviente.
Cuando el joven estaba cerca de su casa, su padre lo vio de lejos y corrió hacia él y lo abrazo. Avergonzado, el hijo dijo "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Perdóname. No merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre, tan contento de que su hijo regreso, mando a que sus siervos vistieran a su hijo con la mejor ropa, las mejores joyas y le tiraran un gran banquete. Cuando el hijo mayor escucho los ruidos de la fiesta, fue a donde su padre y se quejo. Le dijo "Padre, yo he sido fiel a ti, nunca te he fallado y en cambio nunca me has dado ni un cabrito para yo festejar con mis amigos." El padre, simpatizando con su hijo mayor y al mismo tiempo con el corazón lleno de gozo por el menor, dijo: "Hijo, todo lo mio es tuyo pero hoy celebramos porque tu hermano estaba muerto pero hoy vive, estaba perdido pero ya lo hemos encontrado."
¿Porque usó Jesús esta parábola?
El primer verso del capitulo 15 de Lucas, donde encontramos esta parábola y otras mas cortas pero con el mismo mensaje, dice que pecadores notorios iban con frecuencia a escuchar a Jesús. Los fariseos veían eso y acusaban a Jesús de asociarse con gente que tenían fama de ser malos. Jesús no respondió a sus críticos con sarcasmo, ni entro en discusión con ellos. Simplemente Jesús usó esta parábola para ilustrar el amor de Dios hacia el pecador y el gozo que siente cuando regresamos a él.
Lecciones de esta parábola
Algunos de nosotros somos como el hijo menor: Cuando el hijo menor pidió su herencia al padre era una forma de decirle al padre que no respetaba su autoridad y que lo preferiría muerto para así gozar de la vida a su manera. Dios nos ofrece una vida abundante en el, pero rechazamos su oferta y su amor para vivir de acuerdo a nuestras propias reglas.
A veces la vida que llevamos tiene todo que ver con los intereses propios y nada que ver con el plan de Dios para nosotros. Nos hundimos tanto en pecado que no estamos consientes del daño que nos estamos haciendo. Algunos tienen que caer al punto mas bajo para chocar con la realidad, tal como cuando el hijo menor se encontró en medio de los cerdos.
Otros somos como el hijo mayor: Aun siendo fieles a Dios y a nuestras iglesias, muchos creyentes cometemos la falta de juzgar a personas que consideramos malas o personas bajas. A veces cerramos las puertas de la iglesia a ciertas personas porque no queremos asociarnos con ellas. Debemos de admitir que a veces nuestra actitud hacia el pobre, el marginado, el pecador, etc., es contraria a la actitud de Dios hacia ellos. Miramos a otros y los criticamos por su pasado. El hijo mayor hiso esto con su hermano. El cristiano debe de estar siempre alegre cuando una persona, sea quien sea y tenga el pasado que tenga, regrese a los pies de Jesús.
La actitud de Dios hacia el pecador: Jesús dijo esta parábola después de haber compartido las parábolas de la oveja perdida y de la moneda perdida. En cada historia Jesús nos da a entender que Dios es quien nos busca a nosotros. Cuando nos perdemos, es Dios quien hace todo lo posible para encontrarnos. Eso, en fin, es el cristianismo. Cuando regresamos a él, dice Lucas 15:10, que hasta los ángeles se gozan con gran jubilo.
Nunca entenderemos el gran amor de Dios hacia nosotros. De acuerdo a esta parábola, Jesús nos dice que siempre habrá un lugar en el corazón de Dios para los que deciden regresar a él y ser perdonados de sus pecados.

martes, 27 de agosto de 2013

LO PRIMERO ES EL AMOR

A uno le regalaron un ordenaron potentísimo, el último modelo; pero tenía una clave de acceso y no la sabía. Acabó aburriéndose del ordenador, que era muy bueno, pero a él no le servía para nada: lo único que hacía era ocupar sitio en su cuarto.
En tu vida de cristiano también hay una palabra clave: Amor a Dios. Esa palabra es la clave de acceso a un mundo maravilloso. Es, además, el primer mandamiento. Sin eso el cristiano se convierte en algo difícil o imposible, que me quita tiempo para cosas más útiles y más divertidas.
Hay un juego de cartas que no es muy conocido, y que tiene entre otras una regla muy original: si dices la palabra dos veces has perdido, aunque tengas cartas muy buenas.
Si como, cristiano, haces muchas cosas, pero no las haces por amor a Dios y a los demás, has perdido...
Cuando en una ocasión se le acercó a Jesús una persona experta en temas religiosos-un doctor de la ley judía-y le preguntó al Señor cuál era el primer mandamiento de la ley, Jesús le contestó sin dudarlo: Amarás al Señor Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente (San Mateo 22,37)
Quizá te desconcierte un poco este pasaje del evangelio: ¿cómo es posible que un doctor de la ley no sepa el primer mandamiento dado por Dios en el Sinaí a Moisés? La respuesta es que los judíos se habían liado un poco con miles de preceptos y un montón de opiniones según las diferentes escuelas que interpretaban y enseñaban la ley de Dios. Unos decían que lo más importante era guardar el sábado, otros que la circuncisión, otros que las ofrendas en el templo...Por eso este doctor de la ley que debía ser buena persona ante la respuesta del Señor se queda lleno de alegría y le felicita a Jesucristo por lo claro de su respuesta.

Algo parecido te puede ocurrir a ti. Antes que amar al Señor pones delante muchas cosas. No es lo primero en tu vida, y debe serlo. Sin amar al Señor qué difícil es ser buen cristiano!

Y ahora sigue tú hablando con tu Padre Dios. Esta es la parte más importante: cuéntale y escúchale.

lunes, 26 de agosto de 2013

Levántate! Porque Dios está contigo

No tengas miedo, no te dejes vencer, mírate… Estas de pie.
Por más difícil que ha sido el camino, es más grande Dios.
Levántate, porque Dios está contigo…


LA HOJA SECA

Hoy te voy a contar un cuento para que lo apliques en tu vida de cristiano. Se trata de una hoja de un árbol que vivía feliz y crecía unida al árbol que le había dado la vida.
Hasta que oyó como un día un viento fuerte, muy fuerte le susurraba que se soltase, que fuese con el: ¨siempre ves el mismo suelo y el mismo cielo, ¿no estás cansada de lo mismo?, vente conmigo y verás cosas que nunca imaginaste¨. La hoja decía que no, que unida a su rama estaba segura y contenta. Pero tanto insistió el viento que al final de desprendió de la rama y se fue con el viento. Y comenzó un viaje alucinante. Vio cosas increíbles: árboles, plantas, ríos, lagos... Que bien ser libre, que bien estoy pasando! se decía la hoja. Hasta que el viento la fue dejando y empezó a caer.
Conforme iba cayendo vio en el suelo un montón de hojas como ella, pero muertas. Y supo el fin que le esperaba por haberse separado del árbol que le dio la vida.
A veces te puede parecer que vivir con Dios es poco rollo; pero no es verdad.
Vivir con Dios es vivir de verdad y cuando nos separamos de El acabamos muriendo con una vida vacía y nos pudrimos, como la hoja. Estar unidos a Dios nos da fortaleza y seguridad. Separarnos de Él es volar sin rumbo, y poco a poco a perder la vida y morir.

Oración:

Padre quiero estar contigo porque Tú eres como un árbol para mí, y yo soy tu hoja.
No quiero tener la libertad  de ir a la muerte, sino la libertad  de estar contigo y amarte.


lunes, 19 de agosto de 2013

LO QUE MUCHO VALE, MUCHO CUESTA

¿Sabías que Arantxa Sánchez Vicario, cuando empezó a jugar al tenis, no sabía sacar del revés, y que tampoco le entraba caso ningún saque? Y ahora.. ¿has visto cómo juega?

Hay que contar las dificultades. Hay que pelear. Los que están en el cielo eran como tú. Tenían tus mismas dificultades, estaban sujetos a las mismas leyes, tenían días con el ánimo muy abajo, tenían tentaciones. Y algunos de ellos ofendieron mucho a Dios, anduvieron por senderos equivocados. Pero ellos se levantaron, fueron humildes, reconocieron sus errores. Y llegaron a la santidad, hicieron algunos de ellos cosas muy grandes por Dios; otros hicieron cosas más vulnerables pero las hicieron por amor a Dios y han llegado a la meta.
Quizá no tienes libros, ni penitencias, ni nada que te parezca de valor para dárselo a Cristo, pues dale tus pecados... Es decir, sé humilde y sincero. Busca en la dirección espiritual la ayuda que necesitas, expón tus miserias, pecados, dificultades...
Y dile al Señor: Señor, ahora en mi vida no hay nada de valor para Ti, no tengo más que errores y pecados y miserias y cosas sin acabar y propósitos sin cumplir y cosas tantas cosas que Tú conoces perfectamente; pero espero algún día ofrecerte algo que de verdad valga la pena.

No tienes derecho a quejarte porque tus luchas no han dado el fruto que esperabas. Ten paciencia así como Dios la tiene para escucharte y esperarte....

jueves, 1 de agosto de 2013

¿ Sobre qué estoy construyendo mi vida?

En el año de 1989 hubo un fuerte terremoto en San Francisco y, sorpréndente! las casas que más aguantaron no fueron las más bajas, sino los rascacielos, porque estaban preparados para los terremotos. Sin embargo las casas más antiguas, de poca altura, se vinieron abajo todas.
La vida es de alguna manera como la construcción de una casa; y hay que construir bien para que aguante lo que pueda venir: un terremoto o lo que sea. Porque a lo largo de la vida pueden ocurrirte muchas cosas.
Jesús en el Evangelio nos habla de algo muy parecido: dos hombres que construyeron su casa, uno sobre arena y otro sobre roca. El primero cuando vinieron las tempestades y las tormentas, vio cómo todo lo que había hecho hasta ese momento con gran esfuerzo y sudor se le venía abajo porque había construido sobre arena, sobre un fundamento frágil. Al segundo, que le costó lo mismo que el primero la construcción de la casa, vio como sus esfuerzos era compensados. Su casa aguantó; era menos bonita pero era resistente.
Construir sobre arena es más cómodo, pero a la larga es más incómodo, porque la vida es débil y no aguanta nada. Construir sobre rocas cuesta más esfuerzos;pero compensa. 
Hacer un edificio alto a prueba de terremotos es costoso, lleva tiempo, dinero y expertos.  Hacer un rascacielos de mala calidad solo fijándonos en lo exterior y no en el interior de la construcción es peligroso. Vivir sin una base firme: sin saber quién soy, de dónde vengo,a donde voy, etc... es algo triste y que genera inseguridad, desconfianza, amargura, desgracias.
Tú! como Cristiano, siendo hijo de Dios, No deberías vivir así. Piensa ahora que quizá el fundamento de tu vida, los cimientos No son muy resistentes.
¿Porqué hago yo las cosas? ¿que busco? ¿tengo objetivos y metas? ¿Lo que hago me lleva la felicidad y vida eterna? ¿ O me muevo por lo más fácil, por el quedar bien, por estar a gusto...?

El Señor nos lo dice bien claro: hay que construir sobre algo sólido.

Soy hijo de Dios! Mi Padre es Dios! Una persona que sabe esto tiene una resistencia mayor que otro no lo sabe, o que aún sabiendo no se comporta con coherencia.

Para Reflexionar:

¿Sobre qué estoy edificando mi vida? ¿sobre la vanidad de ser el mejor? ¿ sobre el placer? ¿sobre el quedar bien? ¿ por venganza e ira?

Y ahora sige tu hablando con Dios. Ya que esa es la parte más importante; cuéntale y escúchale.

Bendiciones.