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domingo, 14 de octubre de 2012

Las Alabanzas Que Rompen Cadenas




Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Salmo 100:1-2 La palabra alabanza significa engrandecer, exaltar, magnificar, rendir honor a Dios (2Cronicas 7:3). En el A.T. los términos usados para la alabanza son: halal, significa hacer ruido, celebrar con júbilo, y es la raíz de la palabra aleluya. También es una adoración de acción de gracia. Esta palabra se deriva del verbo Jadah, el cual significa dar gracias o exaltar. La raíz de Jadah es Jad, que quiere decir mano. Por tanto, dar gracias o alabar a Dios es levantar o extender las manos con regocijo en agradecimiento al que se merece todo honor y toda honra por los siglos de los siglos; Jehová de los ejércitos ese es su nombre. La alabanza a Dios es una celebración que envuelve un corazón agradecido, limpio y sincero, es un acto de obediencia genuina delante del padre celestial. Esta tiene que salir desde lo más profundo de tu ser, creyendo que Dios se moverá al momento que lo alaba en espíritu y en verdad. Dios manda que todos los habitantes de la tierra lo alaben con alegría y gozo. “Dios mora en medio de la alabanza de su pueblo” (Sal 22:3). El Santo De Israel habita en medio de nuestras alabanzas.
La alabanza puede ser expresada en una canción, en verso, o en oración ¡y debe ser continua! El Salmo 34:1 instruye, “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.” El Salmo 71:6 dice, “En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.” Si nuestro corazón está lleno de alabanzas, también lo estará el de Dios, pues Él habita en medio de ellas. Las alabanzas deben ser practicadas no solo en la iglesia, sino llevada en el corazón y en el hogar. Que no cese la alabanza en nuestros corazones, mantengámonos saturados de alabanzas y de seguro que la presencia de Dios nunca se apartará de nosotros. El libro de los salmos era el himnario utilizado en los actos de adoración del templo de Jerusalén. Los salmos han sido una fuente de inspiración personal y fortaleza espiritual para todo aquel que se refugia a creer en Dios por medio de las alabanzas.
Hay sanidad y liberación en las alabanzas, la alabanza genuina, de todo corazón provoca a que Dios obre en nuestras circunstancias, en nuestros problemas. Esta acción de gracia al Señor, te da la libertad para ver lo imposible, posible en Hechos 16:22-27 vemos la historia de Pablo y Silas donde fueron acusados sin razón. “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.  Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?  Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios (Hechos 16:22-34).  A la medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.  Esta  oración y alabanza llegaron al trono celestial con un grito de desesperación y Dios lo socorrió con su gran poder. Ellos oraron y cantaron a Dios por fe. La fe es la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve. Ellos le creyeron a Dios en medio de sus circunstancias. ¿Cuántos de nosotros le vamos a creer a Dios en medio de un problema sin dudar? Pablo y Silas no dudaron de su fe en Dios, por tanto debemos aferrarnos a esa fe poderosa en los tiempos de las pruebas; Dios nunca nos desamparará. Él no desamparó a Pablo ni a Silas.
Hay poder en una alabanza sincera que procede del corazón, hay bendición en los hijos de Dios que claman a Él por fe. El que habita bajo la sombra del todopoderoso, bajo su sombrilla, los que se encuentran bajo ese techo reciben bendiciones también. La bendición de protección y liberación de Dios que tomo lugar en la cárcel para libertar a Pablo y a silas, tocó al carcelero que andaba en oscuridad. El fue testigo de las proezas de Jehová de los ejércitos, el vio con exactitud todo lo que le pasó a Pablo y a Silas. El Señor lo liberto rompiendo las cadenas de esclavitud, Ellos habitaron bajo el abrigo de Dios y Él los  ayudó con su brazo de poder. “El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1). El carcelero recibió liberación y salvación por medio de ese gran acontecimiento celestial. Cuando fue salvado, no le importó su trabajo, recuerden que al principio cuando vio las puertas de la cárcel abierta el miedo fue tan grande que quiso quitarse la vida y Pablo se lo impidió. El carcelero pidió la luz de Cristo a su vida, junto a todos los que se encontraban bajo la sombra poderosa de Dios. Ellos recibieron liberación  y salvación en el nombre de Jesús.  Las alabanzas rompen cadenas, rompen enfermedades, restauran hogares, y sanan las heridas del alma.
Alrededor de siete años estuve muy enferma del estomago, cuando fui al hospital, el doctor me dijo que tenía que hacerme un análisis más profundo. En el resultado, me encontraron una bacteria producida por el agua. Esta bacteria según ellos era muy peligrosa. Mientras tanto mi estomago dolía y estaba que no quería digerir ningún tipo de alimento.  Ahí mismo en la sala de un cuarto de hospital, clame a Dios y mientras oraba, Dios puso en mi corazón una alabanza que cambio el reporte médico en cuestión de segundo. Esta alabanza fue continúa durante cada examen. Esta alabanza la tenía clavada en lo más profundo de mi corazón. Sabes qué?  Dios es el único que da el último reporte, porque de Él mana la vida. Mas nunca padecí del estomago para la gloria de Dios. Esta fue la alabanza que en medio de la desesperación entoné al Señor en busca de ayuda.
Alabar a Dios cuando la cosa te sale bien, que bueno es. Alabar a Dios cuando en la vida no hay problema que cosa buena. Pero yo lo alabo desde mi quebranto y el Espíritu Santo se glorifica dentro de mí.” El Espíritu Santo se glorificó dentro de mí. Una de las cosas que el cristiano tiene que hacer en su vida es glorificar a Dios.  Como hijos de Dios tenemos que glorificarle porque Él es nuestro Padre, nuestro Dios, nuestro Rey, nuestro Amo y Señor. La palabra glorificar significa  Adorar, alabar, engrandecer, exaltar, honrar, magnificar. El cristiano tiene que hacer todas estas cosas para Dios. Jesús glorificó a su padre; como cristianos debemos ser imitadores de Él. “En la curación de un paralítico Jesús hizo este milagro no para que le glorificaran a Él, sino para que glorificaran a su Padre.” Mat.9:8; Jesús le dio la gloria de alabanzas a su Padre.
Por medio de las alabanzas, Dios uso a Pablo y a Silas para alcanzar a los que andaban en esclavitud. Las alabanzas a Dios triunfan gloriosamente cuando salen del corazón. Los salmos concluyen con una poderosa alabanza en este pasaje en salmo ciento cincuenta,  Dios dirige a sus hijos, a cómo alabarlo. El anhelo de Dios es que todos lo que respire lo alabe con todo el corazón, no importa las dificultades; Cristo estará contigo como lo estuvo con Pablo y Silas. Pablo y Silas no se quedaron con el problema; ellos le dieron acción a su fe. ¿Cómo le voy a dar acción a mi fe en los problemas? Glorifica a Dios por medio de las alabanza, aférrate a ella aunque te despidan del trabajo, aunque te encuentres enfermo (a), aunque no haya camino para continuar, aunque no sientas ganas. Usted se cree que Pablo y Silas estaban contentos cuando lo azotaron y lo tiraron en la cárcel? No, ellos no estaban felices; ellos estaban desesperados.
En medio de esa agonía, no se quedaron a lamentarse, ni echarle la culpa a Dios. Ellos le dieron un reto a su fe, confiando en Dios, clamaron a Dios a través de la  alabanza. Ellos no se encontraban solos porque había un pueblo intercediendo por ellos. Los otros discípulos sabían por lo que ellos estaban pasando. ¿Cuántos de nosotros se tira de rodillas cuando hay un hermano o una hermanita con dificultades? La oración enternecedora es aquella que obra en equipo.  “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo con ellos” (Mateo 18:20). El capítulo cuarto del libro de los Hechos nos narra un momento culminante de la iglesia primitiva y perseguida. Un grupo de cristianos están reunidos en oración. Piden al Señor poder para hacer maravillas que les sirvan en su evangelización. Dice el libro de los Hechos que en ese momento tembló y todos quedaron llenos del Espíritu Santo (Hechos. 4,31).  Toda reunión de cristianos, que primero unen sus corazones y luego oran a Jesús, es una potencia espiritual poderosa. Una vez más, el Señor se manifestó por medio de un terremoto para libertar a Pablo y Silas cuando ellos se unieron en oración, porque a la presencia del señor tiembla la tierra!

Otro ejemplo bíblico de alabanza:

Así que Josafat, cuando él escuchó que estas tres naciones estaban congregadas para invadir la tierra, llamaron a los hombres de Judá y proclamó un ayuno por todo Judá. Y él se propuso a sí mismo buscar al Señor. El pueblo se congregó a una. Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; Y dijo: Jehová 5 2 Crónicas: 19:1-20:9 Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? (2 Crónicas 20:5-6). El rey Josafat tenia las armas para pelear contra su adversario pero se refugió en el Poderoso  de Israel. El tuvo miedo, a todos nos da miedo, pero está en nosotros qué vamos a hacer con el miedo. Si te quedarás con los brazos cruzados o va a pararte por fe creyéndole a Dios.  Hermano el miedo paraliza, estanca, la mente se bloquea y no piensa, entra el desánimo a tal punto que ni siente deseo de orar y alabar a Dios.

Entonces, ¿qué va a hacer con el miedo?
¿Te cruzarás de brazos? Está de mi parte levantarme y clamar a Dios, porque no me ha dado Dios espíritu de miedo ni de cobardía, sino de dominio propio. Cuando resiste el miedo, éste se tiene que largar en el nombre de Jesús. Josafat clamó a Dios y no solamente eso, resistió al enemigo con alabanzas, ayuno y oración.  La única arma que usó ese pueblo fue la alabanza. El poder de las alabanzas que invocó Josafat y el pueblo de Judá, fue tan poderoso que lograron matar a todos sus adversarios. Y cuando llegaron encontraron que sus enemigos ya estaban todos muertos (2Cró. 20:1-4; 12-24).
¿Porque todo cristiano debe alabar a Dios?

Porque Él es DIOS. Es la autoridad suprema, el poder máximo, el Rey de todos los reyes y Señor de todos los señores.  Él fue antes de la creación de todas las cosas, pues Él es Creador de todas ellas, por lo tanto, es mayor que todo lo creado.  “Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado…” (Sal 48:1; 96:4). Debemos alabar a Jehová porque Él habita en las alabanzas de su pueblo. “El que sacrifica alabanza me honrará…” (Sal 50:23). Dios ordena que lo alaben; pues es un mandamiento alabarlo. Es necesario alabarlo por lo que Él ha hecho por todos nosotros; por todos sus beneficios. Tengo razones para albar a Dios, por todos los beneficios que Él me ha dado. “Bendice, alma mía, a Jehová… no olvides ninguno de sus beneficios…” Fue Dios quien me sacó del hoyo en que me encontraba cuando andaba perdida, fue su misericordia; por eso le alabo. Alabo a Dios; por lo que soy hoy día, su agradecimiento no lo olvido. Debemos de alabar a Dios por todo lo que Él nos provee cada día. Por el aire que respiramos, por un nuevo amanecer. Por su bondad infinita; por su misericordia y por el amor que Él tiene para con cada uno de sus hijos. Las alabanzas no dependen de los sentimientos, es vivir agradecidos por lo que Él es con todos nosotros.
Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, Porque para siempre es su misericordia.  Alabad al Señor de los señores, Porque para siempre es su misericordia.  Al único que hace grandes maravillas, Porue para siempre es su misericordia.  Al que hizo los cielos con entendimiento, Porque para siempre es su misericordia.  Al que extendió la tierra sobre las aguas, Porque para siempre es su misericordia.  Al que hizo las grandes lumbreras, Porque para siempre es su misericordia. El sol para que señorease en el día, Porque para siempre es su misericordia.  La luna y las estrellas para que señoreasen en la noche, Porque para siempre es su misericordia. Salmo 136:1-9
¿Cómo vamos a alabar a Dios?
Con acción de gracias. Salmo 100:4, a través del canto. Salmo 40:3, danzando. Salmo 150:4, aplaudiendo. Sal.98:4; 47:1, ofrendas y diezmos. Mal.3:8-10, Buenas obras. Hebreo.13:16, oración. Ap. 5:8, levantando las manos. Salmo. 63:4, I Ti. 2:8, música instrumental. Salmo. 150:3-5, estando en silencio. Salmo. 46:10; I R. 19:11, 12, de arrodillas. Salmo. 95:6; con todo tu Corazón, en espíritu y en verdad. Salmo. 103.1
La alabanza enfoca su carácter incomparable y lo que hizo, lo que hace, y lo que hará  por Sus hijos. Él  es digno de recibir toda la gloria y las alabanzas de Su pueblo. Es alabarlo simplemente por lo que Él es.
Solamente con mencionar su nombre, nuestros labios se endulzan de alegría y paz; su nombre es alabanza. El significado y origen del nombre JEHOVA se expresan en la revelación que Dios da a Moisés en la zarza ardiente. Ex.3:l3-l5.

El nombre de Jehová es una continua alabanza de bendiciones para su pueblo.
Jehová” es el nombre hebreo que equivale a “Yo Soy”. En algunos idiomas se traduce como “El Eterno” porque describe Su eternidad…El nombre combinado de Dios, Jehová-tsidkenu significa “Jehová nuestra justicia”. Jeremías 23:5 –6, Jehová-shalom significa  “Jehová es paz”. Jue.6:24; Col.l:20,22
Jehová-sama significa “Dios está aquí.” Ez.48:35; Ef.2:20-22. Is.53:5; 1 p.2:24. Jehová-rophe significa “Jehová sana.” Jehová-jireh nos dice que “Dios proveerá.” Él es nuestra fuente de éxito y bendición. Gn.22:14; Fi1.4:13. Ex.17:l5 Jehová-nisi, “Jehová es mi estandarte.” El nos da poder sobre el temor a la muerte y el infierno. Jehová es mi bandera; el que pelea por mí. Jehová-TSEBAOTH” “Jehová de los ejércitos. Jehová-rohi, ‘Jehová mi pastor” (Salmo 23; Jn.10-11).
Estos nombres y títulos, corresponden al único Dios verdadero, el creador de los cielos y de la tierra el único que es Santo y que reclama nuestra alabanza. Él es el Alpha y el Omega; el Principio y el Final. Fuera de Él, no hay nadie. Los demás son dioses falsos  inventados por la mente humana que no caminar, no pueden ver, no pueden escuchar, ni sentir; para nada sirven. Están muertos y no merecen ninguna adoración. El Dios que yo le sirvo es poderoso en batalla, todo lo puede, no hay Nada imposible para Él. Él vive en mi corazón y en los corazones de todo aquel que lo reconoce como su Salvador espiritual de todo corazón. Él vive y reina para siempre; por eso lo alabo. La Biblia dice que cuando Él regrese, toda la humanidad le alabará y lo reconocerá como Señor. Él es Rey de toda la tierra. Cuando reconocemos a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor, nuestros corazones anhelan alabar Su nombre. Filipenses 2:9-11 nos dice que Su nombre representa Su ser, describiendo quién es Él, “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Muchos han sido tocados para salvación por medio de las alabanzas.1 Pedro 2:9 dice, “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquél que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” Muchos han sido sanados por el poder de las alabanzas. Dios busca verdaderos adoradores, que le adoren en Espíritu y Verdad; de todo corazón, Dios ve nuestro corazón, recuerda, antes de examinar la ofrenda, Dios examina al que ofrenda. 2 Corintios 4:18 “al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” Si tu corazón está lleno de alabanza; no pare de alabar a Dios, Él escudriña tu corazón, alábalo aunque te vean rara (o), aunque te vean diferente, alábalo. Preocúpate  por lo que tiene dentro de ti, lo que no se ve, eso es lo que Dios examina. Sirve a Jehová con alegría, entra en su presencia con regocijo. Invítalo a tu corazón, Él entrará a tu corazón cambiándote de manera muy especial. Si está enferma, Él te sanará, si necesita paz, Él te la dará porque no hay nada difícil que Dios no pueda hacer.
Cuando la multitud se congregó después de la sanidad de la suegra de Pedro, el evangelio de Mateo nos dice: “…y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias (Isaías 53:4-6 y Mateo 8:16, 17)”. Jesús sanó y sigue haciéndolo para demostrar su compasión, para comunicar misericordia, para probar que realmente Dios le había enviado, para destruir las obras del diablo. Y especialmente para manifestar la gloria del Padre. Dios es la fuente de todo poder y de toda sanidad. Es Él quien puede sanarte. Deja que tu vida sea restaurada en las manos del Alfarero. Jesús quiere perdonarte, salvarte y aliviar tus dolencias.
Jesucristo te está tocando la puerta hoy; Él quiere habitar en tu corazón. Está de tu parte si le va a abrir la puerta o no. Él no entrará sin ser invitado, de ti depende. Esta  invitación va dirigida a todos. Dios no hace acepción de personas, esta invitación es para toda la gente de toda clase social, de toda raza y nación. Ahí mismo donde te encuentras, si te siente sedienta, he aquí Dios te ofrece calmar tu sed, si sientes que tu alma está seca, que no hay nada que pueda llenarte. Cristo es el agua viva, el agua que sacia de verdad (Juan 4:14) Él mismo nos dice, “si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Venid comprad sin dinero y sin precio vino y leche” (Isaías 55:1). Sin dinero, porque no hay dinero suficiente, ni nada que dar en pago por la salvación; solo debemos acceder por Fe. Y la gracia de Dios es suficiente; sin precio por que el valor es incalculable. Para un creyente Cristo es el milagro más grande que ha sucedido en su vida; si usted aun no lo es, Dios le está invitando gratuitamente a que haga a Cristo su Señor y Salvador y deje que Él sacie la sed de tu alma.

martes, 2 de octubre de 2012

JESÚS EL AMIGO FIEL


JESÚS EL AMIGO FIEL


( Juan 15-14) Dice Jesús, Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando.No me elegísteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y lleveis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiéreis al Padre en mi Nombre, Él os lo dé.Esto os mando que os améis unos a otros.Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y vendremos a [...]( Juan 15-14) Dice Jesús, Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando.No me elegísteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y lleveis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiéreis al Padre en mi Nombre, Él os lo dé.Esto os mando que os améis unos a otros.Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y vendremos a él, y haremos morada con él.La paz os dejo, mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo le amaré y me  manifestaré a él. amén. Querido lector, aquí Jesús hace ver muy claro, que si somos amigos de Jesús, nos vá ha bendecir de una forma sobrenatural  y extraordinaria. El quiere ser tu amigo y confidente, pero hay unas reglas que seguir y es hacer y movernos en su voluntad. Sus mandamientos no son gravosos, ni pesados basta con dejar el pecado y buscar su compañia cada día, es  extraordinario tener un amigo veinticuatro horas, siempre dixponible para ayudarte, verdad?  No desaproveches esta oportunidad  de oro, El nunca te fallará, te dará consuelo a tu dolor, y sobre todo tendrás paz en tu corazón, muchos millones de cristianos en todo el mundo, testifican  de los muchos milagros y maravillas que ha hecho en sus vidas, yo por ejemplo  también puedo testficar de lo mucho que ha hecho el Señor por mí.  Por eso escribo estas páginas, para que también  los que lean, puedan recibir  la paz, el perdón, y experimenten la salvación de su alma, algo crucial e importantísimo en la vida  del hombre, sé salvo y sé feliz con Cristo. ¡ aleluya! ( Juan 8-31) Dijo entonces Jeús a los judios que habían creido en El: Si vosotros  permaneciereis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquél  que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que , si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.  El pecado hace al hombre esclavo, del infierno y os puedo asegurar, que el hombre sólo no puede salir. Necesita urgente la ayuda de Jesucristo, si hoy lo aceptas en tu vida, como Señor y Salvador , reconociendo tu debilidad y tus pocas fuerzas  para salir de la droga, de la mentira, de los malos pensamientos, de la violencia, de la incredulidad, o  de cualquier pecado que tengas, por muy grave que sea, y le pides perdón al Señor, te aseguro una amistad con Jesús, vas a ser su amigo para siempre, lo cual te aseguro una vida feliz.  Huye del infierno, acogete en los brazos de Jesús, y verás un día el cielo. ( apocalipsis 1- 5 ) Yde Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el Soberano de los reyes  de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su Sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios su Padre; a El sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. amén. ( 3ª Juan ) Amado no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. Es tiempo de salvación, cambia  para mejor  vida  sé amigo de Jesús El te ama,  y te quiere salvar, déjalo entrar en tu corazón, para tu bien. Que Dios te ayude  a encontrarlo pronto! amén

domingo, 17 de junio de 2012

Desconfia de tus emociones



Desconfía de tus emociones

No podemos dejar que las circunstancias controlen nuestras emociones que nos llevan a encerrarnos en una tristeza que si no la controlamos, destruye nuestra vida.
Comúnmente desconfiamos de muchas personas a nuestro alrededor, estamos pendientes de cuidarnos de aquellos que puedan hacernos daño. En otras palabras, ubicamos a nuestros enemigos para mantener una distancia para protegernos.

Nos enfocamos tanto en esto, que no nos damos cuenta de que a veces nuestro principal enemigo somos nosotros mismos. El corazón lleno de emociones y sentimientos nos juega trampas en las que caemos y por ello sufrimos quizás más de lo necesario. En la Biblia, Jeremías 17: 9 dice que “engañoso es el corazón más que todas las cosas”.
Tendemos a manejarnos de acuerdo a cómo nos sentimos y tomamos decisiones basándonos en nuestras emociones.

Tuviste un problema con tu esposo, te lastimó y hoy te levantaste sin sentir amor por él.
Comenzaste a cuestionarte hasta que llegas a pensar si casarte fue un error. Toda una artimaña mental basada en unos días en los que no sentiste el mismo amor que sentías al principio.
Probablemente más de una circunstancia a tu alrededor es negativa, no entiendes por qué todo parece estar mal, te sientes triste y pasan los días y tus emociones se siguen hundiendo en esa desilusión, que si no la sabes manejar, se convierte en frustración, estrés y posteriormente en una depresión que viene siendo el estado emocional más grave y autodestructivo en el que podemos caer.
Las emociones son variables. Cambian de día en día, por eso no podemos seguir cada pensamiento y sentimiento que tenemos como si fuesen una verdad absoluta ni mucho menos tomar decisiones importantes basándonos en éstos.
Cuando algo nos sucede y nos sentimos tristes, no debemos permanecer así por mucho tiempo. Quizás un breve periodo de desilusión no tenga un efecto devastador en nuestra vida, pero una tristeza que dejamos crecer sin control y reforzamos cada día pensando en lo mal que nos sentimos, puede llevarnos a una depresión.
No debes basar tu felicidad en que todo en tu vida esté bien. Si piensas que no vas a ser feliz hasta que todas las circunstancias estén bien, nunca vas a ser feliz. No podemos dejar que las circunstancias controlen nuestras emociones, que unidas a los pensamientos nos llevan a encerrarnos en una tristeza que si no la controlamos, destruye nuestra vida.
Quiero decirte que peor que nuestras emociones, el enemigo de nuestras almas, el padre de mentiras, quien la Biblia llama Satanás continuamente está buscando derrumbarnos y cuando hacemos caso a nuestras emociones, le hacemos el trabajo fácil. El ha venido para engañar, matar y destruir. Es el autor intelectual de muertes, guerras, enfermedades, hogares destruidos, depresión y todo lo negativo que puedas imaginar, por lo tanto, es el escritor de todas las emociones y pensamientos dolorosos que pasan por tu mente y tu corazón.
Pero Jesús vino para traer vida, para darnos esfuerzo, para levantarnos, darnos esperanza y llenarnos de alegría. Dice la Biblia que el gozo de Dios es nuestra fortaleza. La alegría que El nos da es lo que nos da fuerzas para seguir adelante. Sin gozo, somos débiles, abrimos la puerta para que entren los pensamientos negativos e iniciamos una caída libre hacia nuestra destrucción.

Basta ya de tanta tristeza y dolor. El llanto puede durar toda una noche, pero así como sale el sol de un nuevo día, la oportunidad de nuevas alegrías toca tu puerta. La depresión no tiene que ver con lo que te sucede sino con la actitud que asumes ante tus circunstancias. Puedes decidir tener una actitud de esperanza renovando tu mente con las promesas de Dios. Deja de confiar en lo que te dicen tus emociones y comienza a confiar en quien te ama, te conoce, te cuida y está a tu lado siempre: Dios. 

domingo, 10 de junio de 2012

Parábola del Hijo Prodigo


PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO
 

Esta parábola es sumamente rica de significado. Constituye la médula de la espiritualidad cristiana y de nuestra vida en Cristo; considera al hombre en el momento mismo en que se aleja de Dios, olvidándole para seguir su propio camino hacia la tierra del desamparo, donde espera encontrar la plenitud y vida en abundancia.
La parábola describe, pues, el progreso -lento al principio, pero triunfante al final- que le hace regresar, con el corazón quebrantado y libremente abandonado, a la casa de su padre.
Un primer punto es que esta parábola no es simplemente la historia de un pecado particular. Es el pecado en su naturaleza más esencial lo que se nos revela, juntamente con su poder destructivo.
P/MALICIA: Un hombre tenía dos hijos; el más joven reclama a su padre al punto su parte en la herencia. Estamos tan acostumbrados a los límites en que el Evangelio describe la escena, que la leemos impasiblemente; para nosotros es justamente el comienzo de la historia. Y, sin embargo, si nos detenemos un momento a ver lo que las palabras realmente implican, quedaremos sobrecogidos de horror. Esta sencilla frase: «Padre, dame...», significa: «Padre, dame, ya ahora, lo que de cualquier modo ha de ser mío cuando mueras. Deseo vivir mi vida; tú sigue tu camino; no puedo esperar a que tú mueras; seré demasiado viejo entonces para disfrutar de lo que la riqueza y la libertad pueden brindarme; por tanto, ¡muérete!; para mí ya no existes; soy mayor, no necesito un padre; lo que necesito es libertad y todo el fruto de tu vida y tu trabajo; muérete y déjame ir.» ¿No es esto la verdadera esencia del pecado? ¿No le hablamos también nosotros a Dios tan claramente como el hijo menor del Evangelio, pero con la misma ingenua crueldad, reclamando de Dios todo lo que puede darnos: salud, fuerza corporal, inspiración, brillantez intelectual, todo lo que podemos ser y todo lo que podemos tener, para irnos lejos de él y disiparlo, dejándole completamente olvidado y desamparado? ¿No cometemos también nosotros repetidamente este asesinato espiritual contra Dios y contra nuestros semejantes: hijos y padres, esposos y esposas, amigos y parientes, compañeros de clase y de trabajo? ¿No nos conducimos como si Dios y el hombre estuvieran ahí únicamente para sudar y regalarnos el fruto de sus vidas, hasta sus mismas vidas, mientras que en sí mismo no tienen ningún significado para nosotros? La gente, Dios mismo, no son ya personas, sino circunstancias y cosas. Y, cuando hemos tomado todo lo que pueden darnos, les volvemos la espalda y nos encontramos infinitamente lejos de aquellos que no tienen ya rostro para nosotros, ni ojos con que poder encontrarnos. Después de borrar de la existencia al dador, nos convertimos en posesores de derecho propio y nos excluimos del misterio del amor, porque ya no podemos recibir y somos incapaces de dar. Tal es la esencia misma del pecado: descartar el amor, reclamando del que ama y da que salga de nuestra vida, que acepte el aniquilamiento y la muerte; este asesinato metafísico de amor es el acto del pecado, el pecado de Satán, de Adán y de Caín.
Una vez en posesión de todas las riquezas que la «muerte» de su padre le había procurado, sin volver siquiera la vista atrás como lo hacen los jóvenes atolondrados, el joven deja la insípida seguridad del hogar y, apresurando el paso, corre hacia la tierra donde nada le impedirá ser libre; libre de coacciones, de todos los lazos morales, puede entregarse ahora sin reservas a todos los impulsos de su corazón descarriado. El pasado ya no está; sólo existe el presente, fascinante de promesas, resplandeciente como un nuevo amanecer, y el futuro se extiende ante él ilimitado. Está rodeado de amigos, es el centro de todo, la vida es seductora y no sospecha aún que no mantendrá sus promesas. Imagina que es a él a quien se adhieren sus nuevos amigos; la verdad es que es tratado como él ha tratado a su padre; existe para sus amigos solamente en la medida en que es rico, solamente en cuanto participan del hechizo de su vida despilfarradora. Comen, beben, se alegran; él se siente pletórico de alegría; pero, ¡cuán diferente es esta alegría de la serena y profunda felicidad del reino de Dios revelada en las bodas de Caná de Galilea!
Pero llega entonces el momento en que las riquezas le traicionan, en que todo se ha acabado y a sus amigos no les queda otra cosa que él mismo. De acuerdo con la ley inexorable del mundo secular y espiritual (Mateo 7,2: «con la medida con que midáis seréis medidos»), le abandonan, porque nunca habían tenido necesidad de su persona, reflejando su destino el de su padre: ya no existe para ellos, está solo y abandonado. Tiene hambre, sed, frío, se siente desolado y rechazado. Le dejan solo como él dejó solo a su padre, pero frente a una miseria infinitamente mayor: su nada interior; mientras que su padre, aunque abandonado, era rico con una caridad invencible, aquella caridad que le llevó a entregar la vida por su hijo y aceptar el repudio para que su hijo pudiera seguir su camino libremente. Encuentra trabajo, pero eso es para él una miseria y una degradación mayores; nadie le da de comer y no sabe cómo encontrarlo. ¡Qué humillación cuidar de los cerdos, símbolo de impureza para los judíos, tan impuros como los demonios que Cristo expulsa! Su trabajo es una parábola de su condición; su impureza interior iguala a la impureza ritual de su piara de cerdos. Ha tocado fondo, y desde lo más hondo lamenta ahora su miseria.
También nosotros lloramos nuestra propia miseria con mucha más frecuencia que damos gracias por las alegrías de nuestra vida; no porque nuestras pruebas sean tan pesadas, sino porque nos enfrentamos con ellas con tanta cobardía y tan impacientemente.
Abandonado de todos sus amigos, rechazado en todas partes, se queda frente a frente consigo mismo, y por primera vez mira su interior. Libre de toda seducción y atracción, de todos los lazos y trampas que él tenía por liberación y plenitud, recuerda su infancia, el tiempo en que tenía un padre, en que no era huérfano, en que no se había convertido aún en un vagabundo sin corazón y sin hogar. Se da cuenta también de que el asesinato moral que perpetró no mató a su padre sino a él; que su padre dio su vida con un amor tan total, que puede permitirle esperar; y se levanta, dejando atrás su precaria existencia, y se pone en camino hacia la casa de su padre, resuelto a arrojarse a los pies de la clemencia de su padre. No es sólo el recuerdo de su casa, del fuego del hogar y de una mesa repleta de alimentos lo que le mueve a partir, la primera palabra de su confesión es no «perdón», sino «padre». Recuerda que el amor de su padre le hizo libre, y que todas las cosas buenas de la vida provenían de él. (Cristo dice: Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura»). No regresa a un extraño que no le reconocerá, al cual habrá de decirle: «¿No te acuerdas de mí? Hubo un tiempo en que tenías un hijo que te traicionó y te abandonó; soy yo.» No, es el nombre de padre el que brota de lo profundo, el que acelera su paso, el que le permite esperar.
ARREPENTIMIENTO REMORDIMIENTO Y en esto descubre la verdadera naturaleza del arrepentimiento, porque el verdadero arrepentimiento combina a la vez la visión del propio mal personal y la certeza de que también para nosotros hay perdón, porque el verdadero amor no puede vacilar ni extinguirse. Cuando solamente existe una visión sin esperanza de nuestras propias culpas produce remordimientos y lleva a la desesperación. Judas comprendió lo que había dicho; vio que su traición era irremediable: Cristo fue condenado y murió. Pero no recordó lo que el Señor había revelado de sí mismo y de su Padre celestial; no comprendió que Dios no quería traicionarle como él había traicionado a su Dios. Pierde toda esperanza, va y se ahorca. Estaba preocupado por su pecado, por sí mismo, no pensaba en Dios, el Padre de Jesús y también su Padre.
El hijo pródigo va a casa porque el recuerdo de su padre le infunde valor para volver, y su confesión brota varonil y perfecta: «Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros.» Queda condenado ante su propia conciencia, no puede obtener el perdón para sí mismo, pero en el perdón hay un misterio de humildad que hemos de aprender repetidamente; hemos de aprender a aceptar el perdón mediante un acto de fe en el amor del otro, en la victoria del amor y de la vida, humildemente para recibir el don gratuito del perdón cuando se nos brinda. Y porque el hijo pródigo tenía así abierto el corazón a su padre, está preparado para el perdón. Según se va acercando a casa, el padre lo ve, se apresura a ir a su encuentro, le echa los brazos al cuello y le besa. ¡Cuántas veces había permanecido en el umbral, mirando el camino por el que su hijo se había alejado de él!
Había esperado y aguardado. Y ahora había llegado el día en que su esperanza se veía cumplida. Ve al hijo que había partido ricamente vestido, adornado de joyas, sin volver ni siquiera la mirada a la casa de su infancia porque sus pensamientos y sentimientos estaban dominados solamente por lo desconocido que le fascinaba. Y ahora el padre le ve volver como un mendigo, harapiento, profundamente abatido, cargado con un pasado del que está avergonzado y sin futuro...; ¿cómo le saldrá su padre al encuentro? «Padre, pequé...»
Pero el padre no le permite renegar de su filiación, como si fuera a decirle: «Al venir a casa me has devuelto la vida; cuando intentaste matarme, fue a ti mismo a quien mataste, y ahora que de nuevo estoy vivo por ti, has vuelto a vivir tú mismo.» Y. volviéndose a sus criados, el padre dice: «Inmediatamente, traed el primer vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en su mano y sandalias en sus pies.»
Muchas traducciones leen «el mejor vestido», pero el texto griego habla del «primer vestido». Por supuesto, «el primer vestido» podía ser el más precioso de la casa, pero, ¿no es más probable que el padre dijera a los sirvientes: «Id a buscar la ropa que mi hijo llevaba el día en que se fue, el traje que dejó cuando se puso la ropa de la traición»? Llevándole la ropa más preciosa de la casa, el muchacho habría de sentirse molesto y de etiqueta; tendría la impresión de no encontrarse en casa, sino de ser un huésped distinguido recibido con toda deferencia y hospitalidad posibles. No nos ponemos la mejor ropa de casa cuando estamos cómodos en el hogar. Parece más probable, según el contexto, pensar que el padre manda por la ropa que el hijo rechazó, pero que el padre recogió, dobló y guardó cuidadosamente, como Jacob conservó la túnica de José, que sus hermanos llevaron a su padre, la túnica polícroma, rociada con la sangre del hijo que debía de haber perecido. Así ahora el joven se quita los harapos y vuelve a ponerse la ropa familiar, un poco gastada, a la debida medida, adaptada a su cuerpo. Se siente a gusto en ella y mira a su alrededor; los años lejos de su padre, pasados en la fornicación, la perfidia y la infidelidad, le parecen una pesadilla; algo que nunca ocurrió. Está aquí y aquí ha estado siempre, llevando la ropa que siempre usaba. Su padre está aquí; un poco más viejo, con arrugas más profundas. Aquí están los servidores, respetuosos, observando con ojos de felicidad: «Ha vuelto con nosotros, y nosotros pensábamos que se había ido para siempre; ha vuelto a la vida, y nosotros temíamos que al inferir un golpe mortal a su padre había dado muerte a su alma eterna y había destruido su propia vida.»
Es una vuelta que borraba el abismo que le mantenía lejos de la casa paterna. El padre va más allá; le da su anillo, que no era precisamente un anillo ordinario. Es sabido que en tiempos remotos, cuando la gente no sabía escribir, era el anillo con el sello el que garantizaba cualquier documento. Dar a alguien el propio sello significaba que uno ponía en sus manos la propia vida, las posesiones, la familia, el honor, todo. Recordemos a Daniel en Babilonia y a José en Egipto; por la entrega de un anillo les confió el rey la autoridad para gobernar en su nombre. Recordemos el intercambio de anillos entre dos desposados, intercambio que significa: «Tengo fe en ti, me pongo enteramente en tus manos. Cuanto tengo, cuanto soy, te pertenece sin reserva.» ¿Recordáis el pasaje de Kierkegaard: «Cuando decimos: "Mi patria, mi amada", significa no que yo las poseo, sino que yo pertenezco a ellas sin reserva»?
Esta parábola nos proporciona otro ejemplo de entrega propia. El hijo que había pedido la mitad de los bienes de su padre, que deseaba tomar posesión de lo que habría de tener después de la muerte del padre..., ahora el padre pone su confianza en él. ¿Por qué? Simplemente porque ha vuelto a casa. No le pide cuentas de lo que ha hecho cuando estaba fuera. No dice: «Cuando me lo cuentes todo, veré si puedo confiar en ti.» No dice, como hacemos nosotros continuamente, de una manera explícita o implícita, cuando alguien con quien hemos reñido vuelve a nosotros: «Bien, te aceptaré a prueba; haremos un esfuerzo para reanudar nuestra amistad, y si veo que eres infiel resurgirá todo tu pasado de nuevo y te rechazaré a causa del pasado que da testimonio en contra tuya, demostrando que siempre serás infiel.» El padre no pide nada. No dice: «Veremos.» Por deducción, dice: «Has vuelto. El terrible período de tu ausencia lo borraremos juntos. Mira, la ropa que llevas muestra que nada ha ocurrido. Eres el mismo hoy que el que eras antes de irte. Este anillo que te doy prueba que no tengo duda alguna respecto a ti. Todas las cosas te pertenecen porque eres mi hijo.» Y le calza las sandalias para que puedan estar calzados sus pies «en preparación del evangelio de la paz», como escribe san Pablo en la carta a los Efesios. Y matan el ternero cebado para la fiesta, que es la fiesta de la resurrección, la fiesta de la vida eterna, el banquete del Cordero, del reino. El hijo que había muerto está vivo; el que andaba perdido en tierra extraña, en un país yermo, sin forma y vacío, como leemos al principio del libro del Génesis, ha vuelto a casa. Ahora el hijo está en el reino, porque este reino es el reino del amor, del padre que le ama, del padre que rescata, reintegra y devuelve la vida.
Aparece ahora el otro hijo en escena; el hijo que había sido siempre un buen operario en casa de su padre y que lleva una vida irreprochable, pero que jamás ha caído en la cuenta de que el factor capital en las relaciones entre padre e hijo no es el trabajo sino el corazón, no el deber sino el amor. Ha sido fiel en todas las cosas, pero jamás ha tenido un padre ni ha sido un hijo sino externamente. Ni tampoco ha tenido un hermano. Oigamos lo que le dice a su padre. Al oír la música y el baile, llama a un servidor y le pregunta lo que aquello significa. El servidor le responde: «Es que ha vuelto tu hermano, y tu padre, como lo ha recobrado sano y salvo ha mandado matar el becerro cebado.» El hijo mayor se enfada y se niega a entrar. Su padre sale a su encuentro a rogarle que entre, pero él responde: «Hace ya tantos años que te vengo sirviendo (y la palabra sirviendo es una palabra fuerte, tanto en griego como en latín, que indica esclavitud, servidumbre, tener que hacer toda suerte de tareas desagradables) «sin haber quebrantado jamás ninguna orden tuya» (piensa sólo en términos de órdenes y transgresiones, jamás supo ver la intención de las palabras, el corazón en el tono de la voz, la participación en el calor de una vida común, en la cual le correspondía a él su parte y a su padre la suya; para él ha sido siempre cuestión de órdenes y deberes que nunca ha violado). «Y nunca», prosigue, «me diste un cabrito para que yo celebrara alegremente una fiesta con mis amigos; pero cuando llega ese hijo tuyo, que ha devorado tus bienes con prostitutas, has mandado matar para él el becerro cebado.» Observemos que dice «tu hijo», no «mi hermano»; no quiere tener nada que ver con este hermano. He conocido una familia como ésa; un padre y una madre, una hija que era la favorita de su padre y un hijo que era su dolor; él decía siempre a su mujer: «mi hija» o «tu hijo».
Tenemos la situación: «tu hijo». De ser «mi hermano» no hubiera sido así -no hubiera violado los preceptos de su padre- ni tampoco hubiera tenido un becerro cebado. ¿Qué responde el padre? «Hijo, tú siempre has estado conmigo.» El padre le considera su hijo. Para él, es su hijo; siempre han estado juntos. Para el hijo, no; están el uno junto al otro, lo cual no es lo mismo. No hay vida común para ellos; no hay separación -tienen la casa en común-, pero tampoco hay unidad o profundidad. «Todas mis cosas son tuyas»: las palabras que Cristo empleó en su oración al Padre antes de la traición. «Pero», prosigue, «habrá que hacer fiesta y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado».
Así pues, el viaje es la vuelta desde lo profundo del pecado a la casa del padre. Esto es lo que tenemos delante de nosotros cuando nos resolvemos a vivir no ya según la pública opinión, sino que dejamos que el juicio de Dios nos sirva de criterio, escuchando en la voz de la conciencia, revelado en las Escrituras, manifestado en la persona de aquel que es la verdad, el camino y la vida. Tan pronto como estamos conformes en que Dios y nuestra conciencia sean los únicos jueces, caen las escamas de nuestros ojos; somos capaces de ver y sabemos lo que es el pecado: un acto que niega, tanto a Dios como a aquellos que nos rodean, su realidad como personas, degradándolos a la condición de objetos, que existen únicamente en la medida en que podemos usarlos y abusar de ellos. Cuando nos hemos dado cuenta de esto, podemos entrar dentro de nosotros mismos, librarnos de las garras de todo lo que nos tiene prisioneros; entrar dentro de nosotros mismos y encontrarnos cara a cara con todas las bendiciones que, para aquel joven, eran su infancia y el tiempo en que vivió en casa de su padre.
¿Recordáis el final del pasaje del Evangelio de san Mateo, donde Cristo dice a sus discípulos que regresen a Galilea? Acababan de vivir los días más terribles y desoladores de su vida. Habían visto a su Señor rodeado de odio, le habían visto traicionado y ellos mismos le habían traicionado con su debilidad. Habían sucumbido al sueño en el jardín de los Olivos y habían huido al aparecer Judas. Dos de ellos habían seguido desde lejos a su Señor y a su Dios desde la casa de Caifás, donde permanecieron sentados con los servidores, no con él como sus discípulos. Uno de ellos, Pedro, que había dicho durante la última cena que aunque los demás le traicionaran él permanecería fiel, le negó tres veces. Habían visto la pasión de Cristo. Y ahora le habían visto vivo y con ellos. Judea significa para ellos el desierto, la devastación, el final de toda vida y esperanza. Cristo los envía a Galilea: «Volved a donde me conocisteis primero, donde nos descubrimos en la intimidad de cada día, donde no había daños, ni sufrimientos ni traición. Volved al tiempo en que todo era inocente con posibilidades infinitas. Volved al pasado, al fondo del pasado. Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolas todo lo que os he enseñado.»
Esta vuelta dentro de uno mismo conduce a lo profundo, donde descubrimos la vida, una vida nueva, donde vivíamos en Dios con otros hombres. Desde el fondo de este oasis del pasado, distante o cercano, podemos iniciar nuestro viaje, el viaje de vuelta, con la palabra «Padre» -no «Juez»- en nuestros labios, con una confesión del pecado y de esperanza que nada ha sido capaz de destruir, y con la certeza de que Dios no habrá de aceptar nunca ninguna degradación nuestra, de que será siempre garante de nuestra dignidad humana. Nunca permitirá que nos convirtamos en esclavos, puesto que hemos sido llamados por la palabra creadora y nuestra vocación última es ser hijos e hijas de su adopción. Podemos ir a él confiadamente, sabiendo que nos ha estado esperando todo el tiempo que hemos permanecido olvidados de él.
Él es quien desea salir a nuestro encuentro, cuando vacilantes nos acercamos a casa. El quien nos echa los brazos al cuello y llora nuestra miseria; una miseria que no podemos nosotros medir porque no sabemos de dónde hemos caído ni cuán alta es la vocación que desdeñamos. Podemos ir a él sabiendo que nos vestirá de nuevo con nuestra ropa primera, con la gloria que Adán perdió en el paraíso. Él nos vestirá de Cristo, que es más «prístino» que el frescor primaveral en que nacimos. Él es hombre como le quiso Dios. Él es aquel de quien hemos de revestirnos, es la gloria del Espíritu que ha de protegernos cuando el pecado quiera dejarnos desnudos. Sabemos ahora que Dios, apenas nos hemos vuelto a él, quiere devolvernos la confianza en nosotros, darnos el anillo que concedió a Adán la facultad de destruir la armonía que Dios había creado y querido, el anillo del hijo unigénito que murió en la cruz por la traición del hombre, y cuya muerte fue la victoria sobre la muerte, cuya resurrección y ascensión -nuestra vuelta- están ya escatológicamente realizadas en la plenitud de la unión con el Padre.
Cuando volvamos a esta casa del Padre, cuando nos encontremos frente a frente con el juicio de nuestra conciencia y de Dios, el juicio no se basará en la profundidad de nuestra visión teológica. No se funda en lo que solamente Dios puede darnos en forma de comunión con su vida. El juicio de Dios se funda en una sola cosa: «¿Eres un ser humano o careces de dignidad humana?» En este contexto, quizás recordéis la parábola de los corderos y los cabritos, en Mateo 25,3146: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento... o sediento... o forastero... o desnudo... o enfermo... o en la cárcel...?» Si no sabemos conducirnos como seres humanos, no tendremos idea de cómo hemos de conducirnos a escala divina. Cuando hemos vuelto a la casa del Padre, cuando nos hemos revestido de Cristo, cuando el esplendor del Espíritu tome posesión de nosotros, cuando deseemos realizar nuestra vocación y convertirnos en verdaderos hijos del Padre, en hijos e hijas suyos, primero y ante todo hemos de hacer cuanto esté en nuestras manos para ejecutar lo que está en nuestro poder: ser humanos; pues el compañerismo, la compasión, la misericordia están a nuestro alcance, seamos buenos o malos.
Podemos volver al Padre. Podemos volver con confianza, puesto que él es el sello de nuestra dignidad. Él es quien desea salvarnos. Él no nos pide más que una sola cosa: «Dame, hijo mío tu corazón, y todo lo demás te lo concederé», como dice el Eclesiástico. Este es el camino que nos conduce a todos desde donde estamos, ciegos y fuera del reino que anhelamos ver realizado dentro de nosotros y abarcando todas las cosas, paso a paso, hasta encontrarnos a nosotros mismos ante el juicio de Dios. Vemos cuán simple es este juicio, cuán grande debe ser la esperanza en nosotros, y cómo, con esta esperanza, podemos realizar nuestro viaje hacia Dios confiadamente, sabiendo que él es el juez, pero, sobre todo, la propiciación por nuestros pecados, el único para quien el hombre es tan querido, tan precioso, que toda la vida, toda la muerte, toda la agonía y la pérdida de Dios, todo el infierno sufrido por el Hijo unigénito, es la medida del valor que concede a nuestra salvación.
ANTHONY BLOOM

domingo, 3 de junio de 2012

LOS NIÑOS Y LA ORACIÓN




                           Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis,
                                    Porque de ellos es el Reino de los cielos". 
                                                                        (Mateo 19:13)



A los niños hay que ofrecerles oraciones estén expresadas con palabras y explicaciones con ejemplos entendidos por ellos.

Así aprenderán a hablar con nuestro Padre Dios utilizando su propio lenguaje y simbolismo.


Las oraciones de los niños habitualmente se concentran en peticiones.
Muchas de ellas pueden ser a favor de seres queridos y cercanos a ellos como los abuelitos, los animales queridos, por enfermos, la mamá, papá, entre otros.
Dios como convertidor, está supuesto a oír todas las peticiones de los niños de tal manera que cada una de ellas sea cumplida.
Cuando la petición de un niño es demorada, el niño se puede mostrar ansioso.
¿Hice algo equivocado?
¿Estaba Dios ocupado en el momento de la oración?
¿Usé las palabras equivocadas?
¿Estaré siendo castigado por algo?



El error ha sido por un adulto que le ha permitido al niño pensar que las respuestas de Dios son siempre aceptadas y contestadas de inmediato.

Dios siempre escucha todas las oraciones pero que El responde en su propio tiempo y de acuerdo a su voluntad.
La respuesta de Dios no puede debilitar a los niños en sus deseos, deben confiar en que el suplirá todas nuestras necesidades en cualquier instante.
Si la fe de un ser espiritual maduro o un padre o madre fuese debilitada por ello, imagine la confianza de un niño como quedaría por ello.
Es importante que los los padres sean claros de que Dios responde a todas nuestras peticiones y la fe de un niño debe de ser enseñada en una fuerte y paciente confianza.




Algunas sugerencias para alcanzar esas metas:


-Ore con los niños en sus peticiones e incluir a todos nuestros semejantes y hermanos.
-Esté alerta a enseñar a orar llevando motivos de alabanza y gratitud o de peticiones.
-Comparta con sus niños y hermanos, experiencias propias y ajenas la manera como Dios ha contestado sus propias oraciones.
-Anime a los niños a orar unos por otros.
-Leer juntos con ellos la Biblia que ayude a su desarrollo  de la vida espiritual.
-Que estén siempre listos para orar en una variedad de lugares en cualquier hora del día y por una variedad de razones o motivos.

-Explique a sus hijos y hermanos de el camino que aunque Dios ha sido testigo de nuestros actos negativos y conoce nuestros malos pensamientos, de todas maneras El nos ama, nos perdona y nos da nuevas oportunidades.


Pasos para enseñar a los niños para Orar:

-Alabar a Dios por quien Él es.
-Agradecerle por lo que Él ha hecho.
-Confesar siempre nuestros pecados a Dios.
-Orar por otras personas con peticiones específicas.
-Orar por uno mismo.
-La oración es un regalo.
-¿Qué niño dejaría un regalo sin abrir o abandonado?
-Dar a los niños y hermanos en el sendero de usar el regalo de la oración y su valioso resultado para las almas que las aplican constantemente.



Eduquemos a los niños a la oración de el alma con sentido y valor en su pronunciación y fe en lo solicitado para el bien de el niño de los suyos y de la humanidad toda y de todos los que les siguen en del proceso evolutivo.
Pues en la vida la oración le ayudará cada vez mas en el crecimiento de su existencias en los diversos logros que desea alcanzar hoy como niño, mañana como adulto…

QUE DIOS LES BENDIGA!

miércoles, 30 de mayo de 2012

Sanando el cuerpo y alma

Las siete zambullidas de Naaman nos revelan 7 cosas a las que debemos renunciar para ser sanos en cuerpo y alma.
(Lectura, 2 de Reyes 5: 1- 14) Vs. 14: "El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio".
La mayoría de las enfermedades físicas tienen una relación directa con problemas emocionales, el 90% de las enfermedades son producto de alguna situación emocional que todavía no has resuelto. Dios quiere sanarte de la enfermedad física y emocional.
Hay muchas emociones dentro de los seres humanos que están sin resolver, recuerdos del pasado, enojos y broncas acumuladas que han creado situaciones negativas que hacen que nos sintamos enfermos.
Toda emoción negativa que no es expresada tiende a enfermar a alguno de los órganos de nuestro cuerpo, las emociones no expresadas afectan nuestras vidas de manera significativa.
Dios quiere sanar tus emociones para también sanar tu cuerpo.
Hay una estadística hecha por científicos en una empresa que dice que de 200 personas que aparentemente estaban sanas, encontraron que el 43,5% sufría de Trastornos generales, 37,5% Dolores de estómago, 26,5% Estados de ansiedad, 22% faringitis recurrente, 17,5% mareos, 17,5% insomnio, 15% diarrea, 15% dolor de cabeza, 6% reumatismo. Es evidente que las presiones laborales son un ejemplo de cómo se ve afectado el cuerpo.
También se ha descubierto que una persona en promedio antes de los 25 años ha tenido 200 enfermedades. Cuando nos preguntamos porque las cosas pasan, porque la enfermedad nos ataca, nos damos cuenta que es muy probable que en nuestro interior haya cosas sin resolver.
Las siete zambullidas de Namman, el general sirio.
Naaman era un hombre muy importante, pero el tenia lepra y en ese tiempo la lepra no se podía tratar, no tenía cura. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, la piel es el reflejo de nuestro interior, cuando estamos enfermos muchos de los síntomas se manifiestan en la piel, por ejemplo: la persona que tiene problemas en el hígado su piel se pone amarilla, una persona con alergia también se ve en su piel, etc.
Investigaciones nos dicen que la piel se ve afectada también cuando la gente en su niñez no recibe amor y cariño, abrazos y caricias es decir la piel se ve afectada por la falta de esas personas que nos tenían que haber amado, abrazado, contenido, entonces aquí descubrimos que Naaman estaba pasando por esta situación.
Ahora la pregunta que me hice al leer esta historia es ¿por qué siete veces tenia que meterse en el río, porque no una, dos o tres? Naamán tenía que resolver y sanar siete cosas en su interior, siete situaciones internas para poder recibir la sanidad en su cuerpo.
Hay siete situaciones que Naaman necesitaba solucionar, situaciones internas que lo enfermaban, en cada zambullida una de ellas era sanada, quizás estés pasando por lo mismo, siete situaciones que no te permiten recibir la sanidad completa de parte de Dios, y hoy quiero hablarte de estas siete zambullidas que tuvo que hacer Naamán para ser sano, y que tendrás que vencer en tu vida para que la sanidad interna y externa venga a ti.
Zambullida #1 "El orgullo"
Lo primero que dice la Biblia sobre Naamán es que era un varón grande delante de su señor. Era un hombre orgulloso, las personas que son orgullosas terminan enfermándose, se sienten superiores a los demás y quieren demostrarlo todo el tiempo, es gente que se afirma en sus logros, en su propia fuerza para demostrar que son alguien, necesitan mantener una apariencia que terminan enfermándolos.
Una de las principales cosas que Dios tiene que sanar es el orgullo. Tienes que renunciar al orgullo. El orgullo te enferma, este hombre hasta el día que conoció a la niña que le sugirio ir al profeta, siguió enfermo, él se consideraba una persona importante, estaba orgulloso de estar al lado del Rey, cuando estas en esa actitud le pones una traba al Señor. Quitar el orgullo de tu vida hará que el poder de Dios pueda actuar en ti y puedas recibir la sanidad que estas necesitando.

Zambullida #2 "Mala conexión con el dinero"

Cuando Naaman se enteró que alguien lo podía sanar de una manera sobrenatural, llevo ¡340 kilos de plata 60 kilos de oro y 10 mudas de vestido, sin duda era una gran riqueza!. Tomo ese dinero y se fue a presentar delante del hombre que lo iba a sanar, él pensaba que podía comprar su sanidad a través del dinero. Pero no funciona de esa manera. Dios no necesita tu dinero para sanarte, cuando le ofrendas a Dios le ofrendas para que el reino de Dios se extienda, no para comprar tu sanidad, la sanidad no se compra, el amor de Dios no se compra. Sino solo los que tienen dinero se sanarían.
El problema de Naaman era la mala conexión con el dinero, como esas personas que creen que porque tienen dinero son más que los demás. El dinero no sirve solo para comprar bienes y servicios, al dinero a veces, se puede usar como una mala conexión, las personas lo utilizan para tener amigos, gente que compra amistades, invitan a cenar y dicen "Ven que te compro esto, ven que te regalo lo otro". Eso es una mala conexión porque si no fuese por el dinero estarían solos. El dinero es una bendición de Dios, pero la biblia dice que "raíz de todos los males es el amor al dinero" lo malo no es tener dinero sino adorar al dinero, en vez de adorar a Dios que te da el dinero. Lo que Dios quiere hacer es sanar tu conexión con el dinero. Desde que Jesús vino a la tierra todas las bendiciones que recibimos son por gracia, antes de conocer a Jesús nosotros merecíamos la enfermedad, porque no habíamos recibido la gracia de Él. Lo que tu recibes no es por tener mucho o poco dinero sino porque Dios es bueno y aunque no lo merezcamos él nos lo da igual.
Zambullida #3 "Actitudes de Sabelotodo"
¡El creía que sabía todo! Esas personas que creen que saben más que todos, cuando les explicas algo, ellos ya lo sabían. Hay que levantarse todos los días con una mentalidad de aprendiz. Este hombre creía que sabía todo, cuando la niña le dice: "En Israel hay un profeta" no le dijo que fuera a ver al Rey, sino al p-r-o-f-e-t-a. Pero este hombre en vez de ir a ver al profeta quiso ir a ver al rey. A veces por creer que sabemos todo, recurrimos a la gente equivocada. Tenemos que levantarnos pensando y preguntándole a Dios cual es el paso que tengo que dar, Dios te está mirando y para sanarte quiere que saques la actitud de "lo sé todo", y la reemplaces por una actitud de aprendiz. Cada dia hay algo nuevo por aprender.
Zambullida #4: "Demostraciones exageradas de poder"
Cuando Naaman llega a la casa del profeta, este estaba adentro. Llega a la puerta de Eliseo en un carro de guerra y rodeado de soldados a caballo, intento meterle presión al profeta, demostrar quién era. Tu no puedes presionar a Dios para que te sane, no puedes impresionar a Dios con lo que tienes para que te sane.
Cuando este hombre llega con todo su ejército y Eliseo en vez de salir a la puerta y atenderlo, le manda un empleado diciéndole que tenía que: "irse a bañar". Esto nos enseña que de ninguna manera podemos intimidar con lo que tenemos a Dios, Dios actúa por gracia, no por presión. Dios busca corazones humildes y sinceros para poder bendecirlos. Un Naaman moderno llegaría a la puerta de nuestros templos, en una limusina, con diez vehículos Mercedes Benz de compañía, alardeando, tratando de impresionar y poniendo presión. Diciendo, "soy importante, sáname".
Zambullida #5: "El Enojo"
Dice la biblia que Naaman se fue enojado. Estadísticamente la gente que se enoja muy seguido vive menos tiempo. El que se enoja mucho tiene problemas cardiacos, hepáticos y gastrointestinales. No hay que enojarse más, hay que tomar con calma los problemas.
El enojo te enferma y también te aparta de tu sanidad.
Hay maneras negativas de enojarse, por ejemplo podes expresar el enojo con la otra persona: gritando, insultando, algunos hasta llegan al punto de golpear al otro. Hay gente que expresa su enojo en forma interna, se traga la bronca, en vez de decir todo, se guarda. Cuando guardas esa bronca se transforma en problemas internos.
Una de las consecuencias más comunes que encontré es que muchas de las personas con sobrepeso están así porque tienen problemas guardados, enojos escondidos porque acumulan problemas en vez de resolverlos de la manera adecuada, también hay otras personas que quieren tapar el enojo con la droga o con el alcohol.
¿Cómo sacamos el enojo?
Una manera seria entregárselo a Dios, de una manera sobrenatural. Al enojo hay que sacarlo de alguna manera, una manera es encerrarte en tu habitación, no expresarlo en palabras a una persona, si no hablarlo solo, gritarle a la nada, y sacarte la bronca. Otra manera es hacer ejercicio físico y gastar esa energía negativa de forma sana. Tienes que sacar el enojo.
Descargar todo lo que acumulaste durante tanto tiempo, porque es posible que eso sea lo que haya traído enfermedad a tu vida.
Zambullida #6: "Todo se hace como digo yo"
Naaman decía y trataba de enseñarle a Dios como tenia que hacer el milagro de sanidad. El creía que todos tenían que hacer las cosas como a él le parecía, es esa gente que es estructurada y que cree que se hace todo de cierta manera. Personas inflexibles, que tienen posturas rigidas que no desean cambiar aunque saben que deberían hacerlo. La rigides de pensamiento se ve reflejada en enfermedades en las articulaciones, artritis y artrosis. Hay que abrir la mente a lo nuevo de Dios, hoy Dios puede ser que te sane de una manera sobrenatural y sientas un fuego dentro tuyo, o que te unjan con aceite, hay distintas maneras, porque Dios es multiforme, y no lo podemos encasillar.
Zambullida #7: "Las Comparaciones"
Naaman decía "¿como me voy a meter y sanar en estos ríos, si en Siria en la ciudad de Damasco son mejores que los que hay acá?". La última de las cosas que tenia este hombre era que vivía de las comparaciones, esa gente que mira que ropa te pusiste hoy, que zapatos, que vehiculo tenés. Las comparaciones te llevan a la envidia y la envidia te enferma. Dios tiene que sanar ese espíritu de comparación. No compitas, ni te compares con nadie, solo con tu mismo para superarte cada día.
Estas 7 cosas que tenia este hombre fueron obstáculos que tenia para llegar a la bendición, pero Dios lo fue sanando en un espacio de horas. Dios lo fue tratando, primero, le puso a una niña esclava que le dijo lo que tenía que hacer, después fue a ver a un un Rey que lo saco corriendo, luego le puso a un profeta que no le dio interés, por otro lado lo atendió un sirviente que le dijo "anda a bañarte". Dios le fue rompiendo todos los esquemas mentales, porque Dios sabe que si rompemos los esquemas mentales negativos nos vamos a sanar, si rompemos los obstáculos que están en nuestro interior Dios puede sanarnos. A veces Dios nos sana rápidamente y a veces en un proceso en el cual nos va rompiendo esquemas hasta llegar a la sanidad.
Dios quiere sanar esos obstáculos para que llegues a tu sanidad. Hoy es dia de renunciar a ellos. Lo bueno es que todo esto no lo merecíamos, si no que Dios a través de su misericordia y por medio de su hijo Jesucristo nos regaló la vida eterna, por gracia, gracia es un regalo que no merecemos. La biblia también nos enseña que Jesús nos da vida abundante. En lo físico, en lo espiritual, en lo emocional, en lo material, Dios no solamente piensa en el "más allá" si no también en el "más acá".
Va a llegar un momento en el que irás al médico y mientras sigas haciendo el tratamiento, Dios te va a sanar de una manera sobrenatural y cuando vuelvas al médico, él se va a sorprender y no va a encontrar ninguna enfermedad. No va a haber nada. Pero sigue con el tratamiento, hasta que llegue el milagro de Dios, y vayas al médico y no pueda explicarte como de una enfermedad incurable pasaste a ser una persona sana, y en ese momento podrás decir: ¡¡Fue mi Dios, mi Dios sanó mi cuerpo, porque primero sanó mi interior!! -> 

César Castets es pastor y autor de los libros: "Diseñados para ganar", "La ley del acuerdo" y "Principios que desatan bendición

miércoles, 23 de mayo de 2012

ORACIONES DE LA NOCHE




Hablar con Dios, solo búscalo y lo encontrarás.


Dios y Señor Mío, Te doy gracias por todos los beneficios que hoy me has concedido. Te pido perdón de todas las faltas que he cometido durante este día, me pesa de corazón el haberte ofendido. Amén.

Examen de Conciencia

-Con Dios: ¿Me he acordado de Dios durante este día? ¿He tenido respetos humanos en algún momento? ¿He rezado con pausa y atención?
-Con el Prójimo: ¿He tratado con dureza o menosprecio a los demás? ¿Me he preocupado de ayudar a los que me rodean y de hacerles la vida agradable?  ¿Me preocupa también su vida espiritual? ¿He murmurado? ¿He hecho algún apostolado? ¿He perdonado? ¿He pedido perdón? ¿He rezado por las personas que me preocupan?
-Conmigo mismo: ¿He luchado por mi santificación? ¿Me he dejado llevar por mis sentimientos de orgullo, vanidad, impurezas?  ¿Me esforzado por vencer mi defecto dominante? ¿He acudido a Dios para que aumente en mí todas las virtudes, especialmente la fe, esperanza y la caridad?

Cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo de nuestra vida necesitamos estar en comunión con Jesús haciendo conciencia sobre nuestros actos, reflexionando sobre nuestros errores y corrigiéndolos; espero que les sirva el Examen de Conciencia para mejorar nuestra calidad de vida, hacer lo que Dios nos pide y acercarnos más a Él por medio de la oración.


PRINCIPIOS ESPIRITUALES PARA LA VIDA CRISTIANA




El convertirte en cristiano es la experiencia más maravillosa que puedes tener en la vida. Te pone en paz con tu Creador y te da ¡vida eterna! Puedes tener la absoluta certeza que Dios jamás te dejará. Te ha traído hasta aquí y perfeccionará la obra que comenzó en ti. Dios conoce cada uno de tus pensamientos y lo que te preocupa. 


Todas las personas como verdaderos hijos de Dios debemos estar comprometidos a vivir los siguientes principios bíblicos:

*      ALIMENTÁNDONOS DE LA PALABRA
Reconocemos que en ocasiones nos sentimos confundimos y sin respuestas a muchas preguntas, en la Palabra de Dios que es la Biblia, podemos encontrar aquellas respuestas y luces verdaderas para seguir adelante por el camino del bien, haciendo lo que el Señor quiere para tener una vida fructífera llena de felicidad y paz, donde la luz de Dios nos guíe y acompañe.

*      ORACIÓN
Bien se ha dicho que Dios siempre contesta la oración. A veces Él dice, “Si.” A veces Él dice, “No.” A veces Él dice, “Espera”: Un día para el Señor, son mil años para  nosotros. Eso significa que una espera de diez años para nosotros, es una espera de 14 minutos y 24 segundos para Dios, así que pide en fe, pero descansa en la paz y en la paciencia. La Biblia también enseña que, entre otras cosas, si oramos dudando, no obtendremos ninguna respuesta.
- Ora con fe (Hebreos 11:6). 
- Ora con manos limpias y un corazón puro. (Salmos 24:3-4). 
- Haz oraciones sinceras de corazón en vez de usar vanas repeticiones. (Mateo 6:7).
-.Asegúrate de orar al Dios revelado en las Sagradas Escrituras. (Éxodo 20:3-6)

*      FE
Reconocemos que Dios es el proveedor de todo lo que necesitamos en nuestras vidas. Por esta razón podemos confiar totalmente en Él, creyendo que cumplirá toda su Voluntad y propósito, a pesar de las dificultades, oposición o imposibilidades que tengamos que enfrentar.

*      SACRIFICIO
Reconocemos que la voluntad de Dios es más importante que el bienestar y los deseos personales. En caso de ser necesario, estamos preparados para vivir ajustados a las circunstancias, sabiendo que Dios tiene el control de cada situación, adaptando nuestro estilo de vida  a los principios bíblicos, como respuesta  a la influencia de las tendencias y los estándares de la vida de la sociedad actual.

*      SANTIDAD
Reconocemos que nuestra meta es agradar a Dios de manera integral, es decir, que todo nuestro ser y nuestras acciones, estarán encaminadas a glorificar al Señor: no en nuestras propias fuerzas, sino en el poder de Su Santo Espíritu.

*      ACCIÓN DE GRACIAS
¿Estás agradecido a Dios?
Los problemas vendrán a tu vida. Dios se asegurará personalmente de que crezcas  como cristiano. El permitirá las tormentas para que tus raíces sean profundas en la tierra de Su Palabra. Oramos más en medio de los problemas. Las pruebas tienen su propósito. Ellas nos hacen luchar. Ellas son el capullo en el que nosotros a menudo nos encontramos. Es allí  que la sangre de la vida de fe en Dios nos ayuda a levantar el vuelo. A pesar que pasemos épocas tormentosas donde no haya ese alguien que nos de su mano de ayuda, Dios será el único que nos ayudará y nos levantará de las caídas, por eso debemos darle gracias cada día por estar presentes, por nuestra familia, por la salud, por nuevas oportunidad, por todo aquello que sin Dios nunca hubiera existido.

*      COMPAÑERISMO
Reconocemos que aunque venimos de diferentes trasfondos sociales, étnicos, nuestra unidad en Cristo, hace posible que trabajemos y tengamos comunión como parte de la familia de Dios, por consiguiente estamos animados a mantener la unidad del Espíritu en el vínculo del amor y paz.

Espero que estas palabras escritas, esto nos fortalezca como verdaderos hijos de Dios y nos acerque cada día más a él.


domingo, 13 de mayo de 2012

Alcanzando toda bendicion !




“Alcanzando toda bendición"
                    Por Cash Luna

















Las bendiciones de Dios son tuyas. Cada una se obtiene de diferente forma pero están a tu alcance para que las obtengas con fe y trabajo.


Siete tipos de bendiciones
En Deuteronomio 32:9-14 leemos: Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas, Jehová solo le guió, y con él no hubo dios extraño. Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, y comió los frutos del campo, e hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal; mantequilla de vacas y leche de ovejas, con grosura de corderos, y carneros de Basán; también machos cabríos, con lo mejor del trigo; y de la sangre de la uva bebiste vino.
Este pasaje es tan rico que sólo con leerlo sería suficiente, pero lo importante es que lo comprendas para que dé frutos de bendición en tu vida. Dale gracias al Padre por este glorioso tiempo de bendición. Regocíjate en el nombre de Jesús que te redimió para que pudieras alcanzar su favor.
En Efesios 1:3 dice: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Si hubiera un solo tipo de bendición La Palabra lo diría, pero dice “toda” bendición, lo que significa que hay diferentes tipos y métodos para obtenerlas. Todos queremos bendiciones, persíguelas hasta que las alcances. En este pasaje de Deuteronomio se describen siete diferentes.
Primera: bendiciones por gracia
Las primeras son bendiciones del campo que crecen solas, frutos de la gracia de Dios, que las planta y prepara para ti. Solamente debes tomarlas.
ice la Biblia en Deuteronomio 6:10: cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste.
Esto significa que el Señor nos dará viñas y olivares que nosotros no hemos plantado. Cuando llegas al Reino de los cielos y aceptas a Jesús como tu único y suficiente salvador, cuando cruzas la línea de la sangre y pasas de las tinieblas a la luz, llegas al otro lado y encuentras viñas y olivares que el Señor te da. Todo lo que Él ofrece por gracia demanda fe. Encuentra y toma lo que tu Padre te da gratuitamente, porque no tendrás que hacer nada más que creer y agradecer. Hay bendiciones que no mereces pero que Dios ha preparado para ti, es importante que lo entiendas. En la parábola de la gran cena, el Señor envía al siervo a decir que todo está preparado, la comida, la mesa, los sirvientes están listos para recibir a los invitados. El Señor ha preparado un banquete para ti, créelo y aprovéchalo.
Segunda: bendiciones por lucha
Debes pelear esas bendiciones que son dulces como miel. Las abejas escondían sus panales en las hendiduras de las peñas, era necesario apartarlas, buscar el panal y extraer la miel. Lo mismo sucede ahora, para obtener estas bendiciones debes batallar. Ve al encuentro del diablo y arrebatarle lo que es tuyo. La Palabra dice que el Reino de los cielos sufre violencia y sólo los violentos lo arrebatan. El libro de Jueces 14:8 dice que Sansón mató a un león. El demonio es un león rugiente que busca devorarte y debes vencerlo. Quien no quiere batallar no obtendrá este tipo de bendiciones reservadas para los valientes y decididos. Si eres tibio ante los retos del mundo y evitas el conflicto al que debes enfrentarte por la santidad, no obtendrás estas bendiciones para tu casa. Recuerda que el apellido de tu Padre es “de los ejércitos”, Él es un Varón de guerra y tú eres digno heredero de la gloria de Dios, demuéstralo y no huyas ante la batalla. Eres parte del pueblo escogido que debe levantarse a poseer naciones para Su gloria. Encuentra al enemigo, ve contra él y desafíalo.
Tercera: bendiciones por crecimiento
El pedernal es una montaña rocosa donde crece el olivo. Para obtener el fruto y extraer el aceite, había que escalar y llegar hasta la cima. Este tipo de bendición se alcanza cuando creces espiritualmente, te levantas y te acercas al Señor. Busca ser transformado por La Palabra y El Espíritu.
Hebreos 5:14 nos comparte: Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Pablo le dio este principio al pueblo. Dios no puede darle comida sólida al bebé que sólo tolera la leche. Debes crecer, aprender La Palabra, buscar a tu Padre y madurar para alcanzar estas bendiciones. Hay gente que se queda en la periferia de la iglesia, son como Pedro que en la orilla lavaba las redes vacías, pero cuando bogó mar a dentro obtuvo pesca; hay bendiciones que no encontrarás en la orilla del cristianismo, tendrás que bogar mar adentro para encontrarlas; mientras más profundo vayas en Dios, mayor será tu bendición. El Señor da talentos de acuerdo a la capacidad del individuo, si quiere más talentos, agranda y ensancha tu capacidad. Mientras más capacidad y madurez demuestres, mayor será la bendición que recibirás.
Cuarta: bendiciones por trabajo
La mantequilla y leche son productos deliciosos que requieren trabajo y esfuerzo. Para conseguirlos debes alimentar, bañar, pastorear, engordar, quitar las pulgas y proteger a la ovejita que te proveerá. Estas bendiciones de mantequilla y leche se obtienen invirtiendo en otros. Sé un líder que siembras y cosecha en sus semejantes. Cuida y guarda a tus hermanos, no seas oveja que pide, busca ser pastor que ofrece. Recuerda que La Palabra dice “dad y se os dará”. Los cielos están abiertos para los líderes. Aquel que sacia será saciado y el que siembra, cosechará.
Quinta: bendiciones por la recompensa
A Dios le gustaba la grosura. Para poder comer a un carnero primero hay que matarlo. Las bendiciones de grosura se obtienen cuando sacrificas algo.El pueblo de Israel entró a la tierra prometida sin una sola vaca, porque en el desierto las sacrificaron todas en holocausto al Señor. Aquél que diezma, ofrenda e invierte obtiene recompensa. Es tiempo de pactar y sembrar en la casa de Dios. Para que haya grosura y abundancia, primero debe haber sacrificio. Los sacerdotes comían de lo que sobraba del holocausto, así tiene quien suceder con nosotros. Si sacrificas tendrás bendición, aprende a sembrar e invertir en el Reino.
Sexta: bendiciones por sabiduría
El trigo es una planta que necesita conocimiento para obtener algo de ella. Las bendiciones del trigo son las que se obtienen cuando planificas, trabajas de forma ordenada y sistemática. No las obtendrás a menos que te prepares, aprendas y seas experto en algo. El trigo no se puede sembrar sin inteligencia, tiene ciclos que hay que conocer y aprovechar, no puedes cosechar sin saber sembrar, recoger y separar de la paja. Estas bendiciones demandan sabiduría que sólo Dios puede darte. Pídesela, Él la brinda sin reproche. David fue buen guerrero porque Dios lo adiestró para la batalla y puede adiestrarte a ti también para que alcances conocimiento y seas el mejor en lo que haces. No importa si eres ingeniero, madre de familia, editor, webmaster, pastor o médico, Dios te quiere bendecir con sabiduría.
Séptima: bendiciones por cercanía
La Palabra habla de los frutos de la vid. Jesús es la viña y nosotros las ramas, en Él están escondidas todas las bendiciones, y se obtienen por vivir en comunión con Él. Recuerda que cuando Dios quiere bendecir, busca a quienes están más cerca, no va de atrás para adelante, empieza por aquellos que tiene a su lado. Tú no piensas primero en tus amigos y luego en tus hijos. Mientras más cerca estés del Señor, mayor será la bendición. Ahora es tiempo de oración, una y otra vez busca la presencia de Dios, deja que te vea, llama su atención, exprime la uva para tu vino. Bebe del Espíritu Santo, bebe todo lo que puedas, porque si lograste estar junto a Él, mereces embriagarte.
En los versículos del 10 al 13 de este pasaje de Deuteronomio, dice que El Señor lo halló, instruyó, guardó, guió e hizo subir. Bendito sea tu Dios que te halla, instruye, guarda, guía y empuja hacia la cima. Si recibes toda su ayuda, es impensable que no quieras llegar hasta arriba. Él puede empujarte, pero tú eres quien debe subir. Es como si llevaras a un caballo a tomar agua, puedes acercarlo a la fuente, pero no puedes hacerlo beber. Dios te motiva para que seas valiente y tengas deseo de obtener bendición, pero no puede obtenerla por ti. Reprende todo espíritu de pereza, temor y tibieza, hazte merecedor de todo lo que quiere darte y lucha por tomar posesión de tus bendiciones.