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domingo, 12 de enero de 2014

El ejemplo negativo de Joacim, hijo de Josías


"Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz." (Jeremías 22:21)

Jeremías 22:14 nos muestra el contraste entre la vida de Joacim y la de su padre. Joacim decía: "Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abré ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón". Joacim sólo se preocupaba por él mismo, planeando su vida. Y en cuanto a ti, ¿cuál es tu meta? ¿También estás vuelto únicamente a ti mismo?
Este Joacim, hijo de Josías, no siguió el ejemplo de su padre. No se preocupó solamente por tener una buena casa, sino que también competía con otro rey, respecto a la cantidad de cedro que ponía en su casa. No había en él ninguna preocupación por las cosas de Dios, como lo tenía su padre. Así es hoy; las personas son movidas por la competencia y la rivalidad. A la verdad, las personas son esclavizadas por el deseo de tener algo mejor que el vecino o el compañero de trabajo. Muchos cambian de automóvil o compran electrodomésticos, no por necesidad, sino sólo para no quedarse atrás, para que otros vean. Cuidémonos de no caer en esta situación, pues es algo que nos costará demasiado caro. Muchos en el mundo, venden su tiempo de almuerzo, de descanso, de convivencia con la familia y aun su propia salud, por mantener las apariencias de tener un salario que pueda pagar esa competencia. ¿Por qué se prestan para eso? Por causa de la envidia y de la rivalidad.
En Jeremías 22:15, 16, el Señor recordó a Joacim que su padre, Josías, aunque no buscó esas extravagancias, vivió muy bien, teniendo qué comer y qué beber, ayudó al afligido y al necesitado, y en todo le iba bien. El Señor cuidó de las necesidades de Josías. Él era alguien que buscaba primeramente el reino de Dios. Él conocía al Señor. Todo lo que tenía era para el Señor y por eso, el Señor le añadía mucho.
Sin embargo, los ojos y el corazón de Joacim sólo buscaban la ganancia (v. 17b). Por causa de la ganancia no practicaba la justicia, más bien la violencia y la extorsión. El Señor aun trató de hablar con él en su prosperidad, pero él lo rechazó (v. 21). Realmente, los momentos en que menos oímos la voz del Señor, son los de prosperidad. Cuando estamos en dificultades, espontáneamente buscamos al Señor, pero cuando todo está bien, nos olvidamos de Él. "Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca me oíste" dijo el Señor a Joacim.
¿Por qué Joacim llegó a ser así? Eso sucedió porque este fue su camino desde su juventud, sin dar oídos a la voz del Señor que siempre le habló, pero no escuchó. No escuchó porque su corazón y sus ojos estaban puestos en sus propios planes, competencia y ganancia por las cosas de la tierra. El Señor le habló varias veces, pero él no quiso oír.
Como resultado, su fin fue como el de un animal que es arrastrado y echado fuera de las puertas de la ciudad: triste, lamentable (22:18, 19).
Mensaje:
Esperamos que todos los lectores de este libro puedan seguir los ejemplos positivos de Jeremías y de Josías. Debemos invertir lo mejor que tenemos en el plan de Dios: rescatar a las personas que han empobrecido, traerlas de regreso al Señor. No nos contentemos con ser cristianos pasivos, antes bien, anhelemos ser cristianos activos, que buscan al Señor, con una intensa comunión con Él. Elimine todo lo que substituye a Dios en su vida, busque la comunión con los hermanos, participe activamente en todas las reuniones, sirva al Señor, y lleve a otros a servirlo. Joven, reciba el llamado de Dios, purifíquese de los errores, y llegue a ser un vaso para honra, santificado y útil en la casa del Alfarero.

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